SamuEL Subnormal

En un intento por desintoxicarme voy a escribir sobre por qué odio tanto a Samuel Moreno. Para empezar, me parece un tontazo con sonrisa de subnormal. Me molesta que siempre tenga pulseritas de hippie hasta los codos y la misma pinta -corbata amarilla y camisa azul-. No soporto que se denomine de izquierda pero use camisas Polo, tenga a sus hijos en el Nueva Granada, viva en Rosales y sea el candidato del Country Club. Abomino su peluquiado de cabezón y que siempre en los debates haga con sus manos el gesto del miti y miti (la mano derecha golpeando con el canto la palma de la mano izquierda).

Me molesta su retórica efectista y sus promesas a los grupos de interés. Samuel Moreno no es revolucionario ni de izquierda, ni siquiera merecería ser del Polo. La técnica del politiquero es simple: prometerle a los grandes grupos de interés todo lo que quieren.

Cuando Samu se reune con FECODE, les promete aumentos salariales y ventajas prestacionales; cuando se reune con los transportadores, les promete mantener su monopolio en los grandes corredores que todavía les quedan (por eso el cuento de un metro de papel); cuando se reune con los del Country, les promete devolverles la cancha de Polo y no tocarles ni una brizna de sus campos de golf; cuando se reune con los contratistas del acueducto les promete incluirlos en la nómina; cuando se reune con los comerciantes les promete menos impuestos. Cuando se reune con los políticos les ofrece Secretarías y puestos para sus clientelas. Promesas y promesas con una chequera inexistente.

El resultado de esto será un alcalde mequetrefe que por cumplirle a todos estos grupos joderá al resto de la ciudad. Se joderán los niños que tendrán que aguantarse a los mediocres profesores de FECODE y nos joderemos el resto de los ciudadanos que tendremos que seguir aguantandonos los busetones chimenea por la séptima y el agua a precio de petróleo.