domingo, 28 de octubre de 2007

Patadón a la cara

Esta semana he visto siete veces las imágenes de un patán español practicando karate con la cara de una ecuatoriana. El joven afirmó que estaba borracho cuando se tomaron las imágenes y que no se acuerda de los hechos ni de las palabras que le espetó a la señorita.

Es posible que diga la verdad, que no se acuerde de haberle dicho "sudaca de mierda" o "Viva España blanca y cristiana", incluso es probable que no tenga grabado en su cerebro el patadón que le propinó. El que si se debe acordar de las palabras racistas, de la patada a la cara y de las lágrimas de la niña, es el personaje de la esquina derecha de la pantalla que mira para otro lado como quien no quiere la cosa.

Ese otro joven, también extranjero, optó por camuflarse y hacerse el bobo. Tal vez pensó que si abría la boca el acento porteño lo delataría y quedaría expuesto a una patada voladora. Optó por dejar así, por hacerse el que no vio nada y por ocultar su identidad.

A muchos nos habría gustado ver al argentino saltar como Martín Fierro por encima de los asientos del metro para encajarle un coñazo al chapetón. Patapum, patapam el sudaca contra ataca. Pero no, el argentino hizo lo que muchos extranjeros deben hacer para tratar de sobrevivir: se mimetizó.

Uno de los grandes dilemas que afrontan los extranjeros es definir hasta que punto se mimetizan (aculturan, dirían los antropólogos) con la nueva sociedad. Algunos grupos, como los judíos que caminan por Nueva York vestidos como si estuvieran en la Polonia del siglo dieciocho, optan por pagar el precio de ser diferentes. Otros, como los ecuatorianos con acento de torero sevillano, le apuestan a la asimilación para conseguir mejores trabajos y no ser discriminados.

Las estrategias varían y dependen de cada contexto. En algunos casos los extranjeros se agrupan en comunidades cerradas, pero hacia afuera son tan locales como cualquiera; otros crean sus guetos y se cierran completamente al entorno.

Pero claro, ninguna de estas razones justifica la cobardía del argentino que se hizo el bobo en un vagón del metro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi lo que me parece increíble es que ahora resulte que el hijueputa es el argentino.

Bueno, no suena mal.

trejos-comics dijo...

SALUDOS! ALGO QUE ME PREGUNTO DESDE HACE ALGUNOS AÑOS ES: PORQUE LOS COLOMBIANSO PERDEMOS NUESTRO ACENTO CON SOLO VIVIR UNOS MESES EN CUALQUIER LUGAR DE LA TIERRA... PERO LOS EXTRANJEROS QUE VIVIEN AQUI, POR MUCHOS AÑOS, SIGUEN HABLANDO ENREDADO... Y LA GENTE SE LOS CELEBRA!...
MUY BUEN ARTICULO... YO TAMBIEN HUBIERA DESEADO SALTAR Y DARLE UNA PATADA VOLADORA A ESE ESPAÑOL SADICO...
www.trejoscomics.blogspot.com

AlejandroAngel dijo...

yo soy de los que digo que me hubiera encantado ser el argentino para darle una golpiza al puto xavier ese, pero es muy fácil decir eso desde la comodidad de mi teclado pero en cada circunstancia el ser humano reacciona de maneras que ni sabe...

lo que si no me parece es que ahora todo el mundo le haya caído encima al argentino porque no fue EL valiente o EL que detuvo la agresión del otro... el único culpable es el que dio las patadas y profirió los insultos...