De visita en una feria turística
Va una "pieza" que escribí hace rato y por la cual casi me acuchillan (en serio) los burocratas del turismo, si, los mismos de "Colombia es Pasión".
Dicen que en Suiza existe una agencia de viajes que vende paquetes turísticos para europeos interesados en conocer a los últimos guerrilleros activos del mundo. Por unos miles de euros un “progresista” francés, alemán o suizo puede pasear por Colombia conociendo campamentos guerrilleros a lomo de mula, entrevistarse con jefes de la Teófilo Forero e incluso, si paga suficiente, puede llevarse como souvenir una réplica de la toalla de Tirofijo. Eso dicen. También me dicen que Colombia se está promoviendo el turismo de una manera poco ortodoxa, tal y como me lo recuerda un amigo español:
“El otro día vi en el telediario al vice-presidente de tu país, regodeándose de que Colombia se fuera a llenar de caza-recompensas para atrapar a un líder de la guerrilla. Supongo que es una forma de alentar el turismo.”
Esperando encontrar pruebas de este mercadeo turístico avant-garde y de paquetes que incluyeran a Marquetalia o Cartagena del Chairá entre sus destinos, me fui a visitar la Feria Internacional del Turismo (FITUR) en Madrid. Llegué un sábado ?uno de los únicos dos días que la feria abría al público general- y no cabía ni un tinto en el pabellón dedicado a las Américas.
Para llegar hasta al stand de Colombia tuve que navegar entre un ejercito de españoles dedicados a recolectar volantes y cualquier chuchería que les regalaran en los diferentes países: Puerto Rico, fila de cuarenta y dos españoles esperando para probar una piña colada; República Dominicana, 7 españoles y 2 suizos aprendiendo a bailar merengue guiados por un moreno de 2 metros; cientos de metros cuadrados cubiertos de palmeras artificiales, arena artificial y un par de orquestas de salsa tocando en vivo. América Latina en technicolor.
Después de esta marea de colores y palmeras supuse que el stand de Colombia iba a tener una réplica de las murallas de Cartagena en cartón paja y unas niñas disfrazadas de campesina santandereana repartiendo tinto, pero no. Bueno, casi no. Sí había un par de colombianas vestidas de bailarina de joropo y tres gitanos andaluces que tocaban vallenatos sin acordeón. El resto del stand se destacaba por su sobriedad y sencillez en comparación con el resto de Latinoamérica: era un stand elegante.
Lo primero que se veía era una foto enorme de un guadual montada sobre una pared falsa. Alrededor, como fichas de dominó gigantes, se alternaban fotos de tres metros por dos metros de los lugares más representativos de Colombia: Murallas de Cartagena, el Transmilenio, la Zona cafetera. Adentro, varias mesas estaban dispuestas para que los empresarios colombianos se reunieran con los clientes potenciales. El día que fui ya no quedaban empresarios colombianos y mucho menos clientes potenciales (pura familia Miranda, como le oí decir a una de las niñas colombianas que atendía), así que las niñas que atendían el público eran las únicas que daban información sobre el país. “¿No es muy peligroso ir a Colombia?, ¿todas las colombianas son tan lindas como tú?, la empleada de mi casa también es colombiana”, fueron algunas de las preguntas que alcancé a oír mientras me amarraba a mi muñeca la ultima pulserita con la bandera de Colombia que les quedaba en el stand. Las niñas siempre contestaban amablemente y le regalaban algún volante informativo lleno de fotos y de frases como esta: “The lushness of the tropics is present in the thick tropical jungle, the open plains that stretch to the horizon?” En inglés, claro. Los folletos en español ya se habían acabado.
No había planes de turismo extremo para visitar la Colombia guerrillera, ni mercadeo avant-garde. Era lo mismo de siempre: “lo tenemos todo. Todos los climas, todas las temperaturas, todas las estaciones todo el año”, los mismos sitios que se llevan promocionando desde que tengo memoria, los mismos clichés de la Colombia rural que no existe ni en Disney (¿cuando alguien ha visto a una campesina vestida de campesina?). En fin, se trataba de vender a Colombia en el extranjero usando la misma “cara amable” de siempre.
Yo creo que Colombia tiene más caras amables, que existen mil cosas interesantes que nunca se han mostrado en el extranjero, que Colombia, como afirma “Popular de lujo”, es un país complejo, híbrido y temperamental, a veces siniestro, pero encantador al fin de cuentas y lleno de carácter. Así que vamos a ver si a nuestros empresarios y burócratas del turismo se les ocurre la próxima vez algo que si nos sorprenda.
6 comentarios:
HOla Apelaez, me gustó tu nota! A mi me parece que los "burócratas del turismo" se han equivocado gravemente sobre el fenómeno turístico en general. NO han decidido si apelar al turista aventura o al turista masivo, y se han salido con un "Colombia es pasión" que no significa nada ni pa´ l'uno ni pa´ l'otro...
Saludos, Doppiafila
Pelaez: Creo que esa ferias de turismo al público no sirven mucho. No creo que llevando a Kapax o al negro cirilo venga más gente a Colombia. Una mejor idea es trabajar con los mayoristas de turimo y montar los planes de visitas con ellos. Finalmente son los mayoristas los que realmente conocen el gusto de los clientes potenciales. De paso nos ahorramos pasajes innecesarios
Slds. Llanero.
suelo recibir turistas y viajeros en mi casa cada dos por tres. a muchos les queda gustando aunque no he llegado a entender realmente por qué. (a muchos los llevo aquí de urban trecking, no exactamente buscando pornomiseria, antes bien algo como popular de lujo, pero sin el componente clasista... o esa es mi ilusión.)
los imaginarios del turismo en colombia hablan mucho de la perspectiva edénica del discurso nacionalista (tres cordilleras, dos océanos) y solo hasta hace poco está hablando de las oportunidades más civilizadas que hay. igual siempre queda ese sabor de que no puede ser verdad y que los están engañando. bogotá ciudad cosmopolita? jajaja... pero qué tal que sí...
La realidad es que a Colombia viene poca gente, pero por ahi se hacen esfuerzos a ver si se trae gentecita. Claramente es poco probable que Kapax, el negro cirilo, o una campesina santandereana vaya a atraer al turista potencialmente interesado.
otra cosa: la gente que llega a mi casa nunca está viajando por primera vez por américa latina. comúnmente han estado antes en centroamérica o en ecuador/perú y después regresan aquí, llegando a colombia directamente o de paso.
Bonito leerlo de nuevo. Sobre todo a las luces del diario de la guerrillera holandesa. ¿Ud cree que la guerrillera holandesa se cagó en la campaña de Colombia es Pasión o alentará el turismo de aventura? ¿O la guerrillera será una campaña en contra del turismo por parte del ejército?
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