El malo del curso

Acabo de leer en el Espectador una noticia sobre "uno de los personajes más oscuros que han transitado por las filas del Ejército". El oficial no sólo transitó por las filas del ejercito, también transitó por los pasillos de la Universidad de los Andes y en más de una ocasión compartió pupitre y empanada conmigo.

Dice el periódico que el oficial estuvo involucrado en varios actos de tortura y asesinatos ejecutados antes de su entrada a la Universidad. De ser ciertas las acusaciones, el prontuario de mi compañero seria equiparable al de Ratko Mladić. Habría estudiado con un criminal de guerra.

El capitán no usaba uniforme, prefería intentar pasar desapercibido imitando un maniquí de Arturo Calle Sport con tenis blanquiados a punta de Griffin. Era gordo, bajito y cachetón. Hablaba pasito y sus gestos se parecían más a las de un tendero de barrio que a las de un militar condecorado hasta las orejas. No tenía la mirada opaca ni su presencia era intimidante. Era más bien un tipo timido.

Una vez hablé con el sobre la longitud de unas fotocopias que teniamos que leer y en otra ocasión memorizamos en grupo alguna cosa para un examen. Nada raro, nunca se me pasó por la cabeza que pudiera ser una versión criolla de los militares que aparecian en "la noche de los lapices", de hecho, nunca entendí como se había ganado la Cruz de Boyacá por su desempeño en combate.