El asunto de las victimas ha sido uno de los temas predilectos de la izquierda y del activismo académico colombiano en los últimos años. La izquierda, o mejor, los que se autodenominan como "de izquierda", tan sensibles, tan humanos, se preocupan por los que sufren. Marchan con pancartas a favor de las víctimas, fundan ONG´s para asistir a las víctimas, se ponen camisetas con la foto de las víctimas. Le encanta la palabra víctima, porque ellos también son victimas, o mártires, o santos.
Pero pausa. ¿Cuales víctimas? De dientes para afuera estos voceros del sufrimiento hablan a nombre de todas las victimas, de las víctimas a secas. Si acercamos la lupa, hablan de las victimas del conflicto. Si la acercamos otro poco, de las victimas de los paramilitares y, en últimas, de las victimas de crímenes de estado (porque los paramilitares SON El Estado). Nuestros amigos no defienden a "las víctimas", defienden a SUS víctimas.
Esta muy bien que se ocupen de un grupo particular de victimas y concentren sus esfuerzos y recursos en esa tarea. El problema es que abusen del término y se cobijen en un concepto amplio, cuando en realidad sólo les interesa una parcela. Es como si un grupo encargado de proteger a los lobos de la estepa siberiana se vendiera a si mismo como "protector de los mamíferos". Claro, el lobo es un mamífero y también pertenece a la infraclase Eutheria y al orden Carnivora, pero ustedes saben a lo que me refiero: el lobo de la estepa es una especie marginal dentro de los mamíferos.
La disputa semántica -o taxonómica- parece baladí. Ya dirán que Cepeda y compañía usa la palabra víctima porque es muy largo decir: victimas de los grupos paramilitares sometidos a la Ley de Justicia y Paz. Pero el asunto semántico tiene efectos prácticos complicados. Para empezar, invisibiliza al resto de las victimas del crimen y concentra la atención, los recursos y la asistencia en un grupo importante, pero pequeño en relación con el universo.
El esquema nacional basado en la utilización limitada del concepto de víctima ha terminado definiendo a la víctima por el perpetrador del daño. Se es víctima, no por haber sufrido un daño derivado de un crimen, sino porque el crimen lo cometió tal o cual grupo armado.
Los activistas, en su afán por obtener resultados concretos (principalmente plata), han colaborado en la exclusión de los que verdaderamente no tienen voz. Excluidos de los beneficios de ser "víctima" están los niños violados por fuera del conflicto, los acuchillados por las pandillas de Ciudad Bolivar, la Comuna 13 o Siloé, los mutilados por intermediarios de la guerrilla y todo aquel que no tuvo la fortuna de sufrir a causa del fuego paramilitar.
Coda. Paradojicamente, a los activistas les preocupa que en los considerandos del Decreto de Reparación Administrativa de las victimas se haga mención al principio de solidaridad y no al principio de responsabilidad del Estado por los daños sufridos. Cómo si a una víctima le importara semejante maricada.