lunes, 3 de noviembre de 2008

El libro como fetiche

Hace poco, el profesor argentino Roberto Gargarella publicó su libro "De la injusticia penal a la justicia social" bajo el sello de la Universidad de los Andes y TM Editores. Gargarella señaló en su blog que como contraprestación le entregaron cien ejemplares, que repartirá sin costo en Buenos Aires.

Gargarella no está interesado en vender sus cien ejemplares para embolsillarse unos mil quinientos dolares porque es socialista. Las editoriales universitarias tampoco están interesadas en lucrarse con el negocio, no tanto por ser socialistas, sino porque no hay de otra: los libros académicos no dan plata. En ambos casos los incentivos para publicar están relacionados con asuntos más allá del retorno de la inversión. Los profesores -como Gargarella- construyen sus carreras a punta de libros y artículos en revistas especializadas. Si no publican, se joden. Para que los profesores puedan publicar, las universidades fundan y subsidian journals y editoriales que trabajan a perdida, pero que le generan prestigio, puntos en los rankings universitarios y acceso a las acreditaciones. Todo este esquema, se supone, genera beneficios a la comunidad (la provee de libros que no serian publicados si no fuera por esquemas no comerciales) e incentiva la investigación.

Pero volvamos a Gargarella. Los cien libros que le regalaron pesan alrededor de cuarenta kilos; llevarlos a Buenos Aires le habrá costado un esfuerzo muscular importante y el pago de un recargo por sobrepeso en el equipaje. La editorial (TM) recuperará su inversión y ganará un margen a costa de la Universidad, que será la encargada de las cifras en rojo por el subsidio al conocimiento. El libro tendrá -siendo optimistas, muy optimistas- unos mil lectores, gracias a los compradores y a la distribución del libro en bibliotecas.

En otros tiempos, la quijotesca tarea de las editoriales universitarias tendría sentido, hoy, no tanto. El libro de Gargarella (y otros) podría haberse publicado de una forma más eficiente. Para empezar, se habrían podido imprimir sólo 200 libros (lo mínimo que permite una impresión offset) para repartir en bibliotecas y vender unos cuantos en el lanzamiento del libro y en librerías universitarias. También se podría haber optado por una impresión por demanda, como lo esta haciendo unibiblos . Este ahorro sería destinado a la difusión gratuita de una versión digital del texto en bases de datos académicas y otras plataformas de internet, así como en eventos de divulgación del libro en foros o presentaciones académicas. Con un esquema de este tipo, la Universidad seguirá subsidiando libros que van a perdida, pero al menos logrará ampliar la difusión de sus textos con la misma inversión.

Supe de la existencia del libro de Gargarella por su blog. Si el libro hubiera estado accesible en versión online lo habría ojeado al instante. Hoy, meses después de publicado, no es posible encontrarlo en la biblioteca de la misma universidad que lo subsidio, ni en la Luis Angel Arango, ni en una librería especializada en ediciones universitarias. A lo mejor los vendieron todos.

15 comentarios:

Johan Bush Walls dijo...

Maestro Machete: Entiendo que utiliza, usted, el libro de Gargamel, digo Gargarella, como ejemplo de todas aquellas publicaciones que se hacen y luego no se distribuyen.

Tengo un poquitío más de un año de estar en estos rollos internaúticos, y ahora tengo la impresión que es mejor publicar un texto en la web que un libro, al menos publicar un libro aquí en Guatemala.

El otro día hacía estas cuentas, una edición de mil libros, la van a leer unas doscientas personas, que son aquellas a las que el autor le va a regalar el libro; si es que lo leen, mientras en la web está accesible a muchos más. En todo caso, pienso que deben hacerse las dos publicaciones, la impresa y la electrónica.

Por supuesto que no comparto la idea que la web matará los libros impresos; pero hay ediciones de libros que se verían mejor distribuidas por internet.

Buena reflexión.

Salú pue.

Apelaez dijo...

Don Johan, lo que da entre rabia y risa es que las publicaciones que no tienen necesidad de ser rentables, adopten esquemas medio pendejos.

Lo de publicar en la web, tampoco es la panacea. No basta con colgar el texto en un lugar oscuro y esperar a que lleguen miles de lectores. Se necesita meterle la ficha a la promoción y divulgación. Para eso es bueno valerse de unas cuantas impresiones bonitas del libro, conferencias, presentaciones del libro, enlaces en blogs (como el de gargarella), recomendar el enlace al los estudiantes etc.

miquelet dijo...

Mientras que no salga un soporte electrónico que permita ller un libro completo sin sufrir una fatiga ocular espantosa, el libro impreso seguirá siendo necesario. Pero la edición electrónica también debería establecerse en todas las publicaciones universitarias para facilitar el acceso a la bibliografía por parte de investigadores.
Si yo quisiera realizar una investigación sobre algún aspecto geográfico concreto de Argentina, no tendría más remedio que desplazarme allí para consultar trabajos poco difundidos pero valiosos. Con ediciones electrónicas el ahorro de tiempo y dinero sería bestial.

Salud.

Apelaez dijo...

De acuerdo Miquelet, yo creo que la estrategia correcta en estas cosas academicas debería ser mixta: unos cuantos libros impresos y una presencia en la red bien difundida para ampliar el acceso al texto por parte de un mayor numero de personas.

Me gustaría saber como son los terminos de los contratos entre la universidad y la editorial. Supongo, tal vez erroneamente, que a la editorial se le paga una suma fija por sus servicios y tal vez una mínima parte como comisión por las ventas. Pero no sé, tal vez tienen una comisión importante y por eso no estan interesados en permitir la difusión gratuita del texto a través de internet.

(Sin embargo, bastaria con cambiar los terminos de los contratos de la editorial para evitar este problemita)

juglar del zipa dijo...

si el problema del libro digital es la miopía, el astigmatismo o el mal aliento el reto es para los diseñadores editoriales, que podrían inventarse un producto diy más versátil: para el que puede leer en pantalla, la pantalla, para el que quiere libro, un formato que no parezca fotocopias o qué sé yo. aunque creo que eso ya existe y se llama pdf.

JuanDavidVelez dijo...

En estos tiempos de recesion leo en pdf a la lata, extraña uno las hojitas, pero que se va a hacer.

Aunque bueno, en pdf solo me he leido una novela, era una biografia (pero esa biografia en particular era una novela). La mayor parte de lo que me estoy leyendo en pdf son libros de estudio de computadores, a la final es hasta mas productivo asi, o por lo menos igual de productivo. Pero es innegable que uno anhela tener el librito como objeto.

Pero bueno, muy importante esta entrada, los libros que editaba mi universidad hace 15 años daban pena, de pronto el pdf sea la alternativa necesaria. ¿cual fue el hecho que hizo que hasta los libros universitarios tuvieran una edicion decente?, porque hace 15 años eso aqui no existia (en Medellin).

Apelaez dijo...

Pues juandavid, por aquí los libros académicos estan puliditos. Lo que pasa es que, yo por ejemplo, estoy dispuesto a pagar 40 mil pesos por un libro de estos si me interesa mucho, por otros, aguanta pagar 5 mil para que se lo lleven a uno de la Luis Angel. Pero hay unos que me gustaria ver gratis, si me gusta mucho, tal vez lo compre, pero por lo menos lo pude leer con tranquilidad gratis desde mi casa. Sobra decir que estos últimos son la mayoría.

Camilo Jiménez dijo...

La vía natural para las publicaciones académicas es la electrónica, on y off line. Lo que pasa es que para que la publicación en journals les dé réditos a los profesores (o "puntos", como les llaman aquí: un aumento en el salario mensual por publicar en revistas de prestigio), esas publicaciones deben estar indexadas, y aún colciencias y otros organismos encargados de la indexación no han desarrollado parámetros para calificar esas publicaciones electrónicas. Toca todavía, pues, hacer los 300 ejemplares de esa revista de econometría que van a leer apenas 35 profesores.

Ahora, hay que decir que muchos libros universitarios pueden ser muy sabios y contener productos brillantes de investigación, pero son tan horrorosos que no provoca adquirirlos ni para cuñar puertas. La Javeriana está parándole bolas al diseño desde comienzos de este año, y el cambio de verdad se nota. El resto de universidades sigue haciendo esas aterradoras ediciones de siempre.

El tema está bueno y da mucho para hablar. Como dice el merengue, volveré.

JuanDavidVelez dijo...

Yo he sido testigo de la desaparicion de la seccion "Sistemas" en las librerias, me toco que ocupara un tamaño mas o menos grande y ya desde hace varios años eso es un pedacito. Creo que los compradores de esa seccion nos hemos movido hacia la consulta en internet, y ni siquiera en libros, sino en sitios de consulta, cosas como blogs o sitios de preguntas y respuestas.

Oi Camilo, ¿cual es la tendencia de la venta de libros en general?, (sin contar los libros de estudio), ¿las ventas van aumentando o disminuyendo?. Yo por mi parte tengo un pacto no escrito con los señores de la libreria que frecuento, el pacto consiste en que compro un libro cada mes (maximo de $42,000) y ellos me dejan leer las revistas tranquilo sin joderme para nada ni mirarme feo (y si, me leo el malpensante parado, menos mal es liviana, la que si es muy pesada es soho, que hijueputa, toca comprarla).

Si yo tuviera plata compraria libros al piso, en este momento me quiero comprar por lo menos 6. (Nostromo, el de Hector Abad, el de Juan Diego Mejia, el de cuentos que reseño Camilo y otros mas).

Camilo Jiménez dijo...

La Cámara Colombiana del Libro no tiene esas cifras. O cuando las tiene, vienen tres años atrás. (A ver si el administrador de este blog, amigo de los números, se averigua algunos daticos.) En general es un mercado estático y siempre minoritario.

juglar del zipa dijo...

hablando de libros universitarios bonitos échenle ojo a la colección que saca los andes ahora por los sesenta años. por suerte se libraron del imperio baratero y mediocre de corcas, conocida como "la fotocopiadora que se creció".

Diego Fonseca dijo...

Tiene razón Camilo respecto de la indexación. Pero el punto del post refrenda la demora de las legislaciones de la academia (o el sector público) para acomodarse a las nuevas demandas y al cambio tecnológico. Para la indexación electrónica basta la generación de un símil del actual, que siga el patrón de un estándar general. No parece tan complejo, y aunque quizá lo sea, no tardará en cambiar. Me resisto a creer que en el siglo XXI los journals serán instituciones pétreas como los notarios.
Mientras, la opción de publicación bajo demanda es razonablemente buena. He visto Lulu.com y se ve más que bien.

Comparto también el punto de JBW respecto del potencial de publicación en web. Tiene su complejidad (leer novela puede ser hastiante) pero nada que no pueda resolver una buena estrategia de posicioamiento electrónico con, por ejemplo, adelantos vía web e impresión bajo demanda en un sitio de autopublicación de libros.

Oh, ¿que nos gusta la legitimación de la industria? Claro, pero eso también cambia. Vean el fenómeno Casciari, que es inverso (de web a papel, con franca militancia por el formato electrónico) y alentador. La industria-papel no se perderá buenos fenómenos electrónicos, por supuesto.

Paro aquí y seguimos luego.

A: muy buena redacción --dijo la maestra.

milserifas dijo...

La difusión del conocimiento académico es, sí, un problema, que se irá resolviendo poco a poco (y será, supongo, internet la solución); pero puesto el tema, y trayendo a mi mente el contacto que he tenido con ediciones universitarias, lo primero y más urgente que se me viene a la cabeza es que los libros escritos por académicos, por profesores de universidades, son en general muy malos (no aportan nada a su campo de conocimiento) y están pésimamente escritos. Es evidente el afán por sumar puntos en el escalafón y por remozar el prestigio a punta de codazos contra los lectores-alumnos. Habría, como se dice, combinar todas las formas de lucha, y además de enfrentarse a la burocracia que implica la indexación, también exigir un poco de calidad, porque pierde uno tiempo yendo a buscar el libro perdido, pero pierde uno más tiempo leyéndolo. En fin, creo que la prosa académica es muchas veces sosa, chapucera y deshilvanada, y no sobra que, así como el lector se indigne por tanto libro-basura que se publica, el alumno o el investigador también pueda quejarse por tanto paper-insulso que se difunde.

Anónimo dijo...

Curioso e interesante que siga y quiera leer a alguien como Gargarella, nunca me lo imaginé. El libro sí se consigue, hoy mismo ví muchas copias en la Lerner (muy recomendado).
S.

Anónimo dijo...

el pdf si se deja leer, cuantas horas al dia pasan en frente de una pantalla en sus trabajos? y luego se quejan por leer una novela de 200 paginas en el pc. alguna vez que vivia en un resguardo, con pc pero sin biblioteca me volvi a tragar el señor de los anillos en pdf, por puro desparche y necesidad de distracción. igual pasa con las revistas universitarias, en la red encuentras mas rapido, vas a los puntos importantes y no te da cagada no leer el prologo. ademas del papel que no se gasta en publicaciones que a los 5 años estan desactualizadas y hasta el autor ya esta pensando distinto sobre los temas.