¿Para qué votar si se puede apostar?

Olga L. González y otros columnistas anti-uribistas han cuestionado la metodología utilizada por Gallup y otras encuestadoras para medir la popularidad del presidente Uribe. Señalan que la muestra no es representantiva y cuestionan la imparcialidad de las encuestadoras frente al Presidente. El debate es técnico pero esta cargado de ideología, sobre todo porque los mentados columnistas están dispuestos a escudriñar hasta el último detalle de las encuestas a favor de Uribe, pero callan cuando las encuestas favorecen a otros candidatos o cuando los números no sustentan sus hipótesis. ¿Que pasaría si en vez de encuestas la gente apostara plata a favor o en contra de la elección de un candidato?

Esto es precisamente lo que se esta haciendo desde hace algunos años en Estados Unidos, tal y como lo reseña (con el mismo titulo de este post) la revista Slate. El método es bastante similar al que se utiliza para las transacciones en cualquier mercado de futuros. El trader compra un contrato de futuro que paga $100 o $0 el día de la elección. Pongamos un ejemplo criollo: usted compra un contrato que pagará $100 si Samuel Moreno gana la alcaldía y $0 si la pierde. El valor del contrato antes de la elección fluctúa dependiendo de la percepción que tiene la gente sobre la posibilidad de que Samu llegue a la Alcaldía (y de las transacciones que se realicen). Usando los datos de encuestas realizadas sobre la intención de voto para Bogotá, el precio para hoy de un contrato "Samu" estaría alrededor de $20 y uno de Peñaloza, cercano al $80. En otras palabras, si usted decidiera hoy comprar un contrato de Samu, y Samu ganará la elección, usted ganaría $80.

¿Cómo apostarían los polistas para Alcaldía si tuvieran acceso a un mercado de futuros políticos? Lo más probable es que los polistas, al fin y al cabo gente racional, comprarían contratos de Peñaloza y se ganarían unos pesos el día de la elección.

P.S. El valor de los contratos en los mercados de futuros políticos ha sido igual o más efectivo a la hora de predecir los resultados políticos que las encuestas de intención de voto.